Responsabilidad Social Corporativa

Responsabilidad Social Empresarial

Responsabilidad Social Corporativa

Responsabilidad Social Empresarial

La Unión Europa definió en 2001 la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o Responsabilidad Social Corporativa (RSC) como un modelo de gestión de las organizaciones que integra de forma voluntaria cuestiones sociales y medioambientales en las operaciones y en las relaciones con los clientes, proveedores, trabajadores, ya la comunidad en la que opera. En 2011 actualiza el concepto y lo resume como la responsabilidad de las empresas por su impacto en la sociedad, por lo tanto, la esfera puramente empresarial se centra en el ámbito de toda la sociedad. El concepto, pues, remite a la relación que la empresa tiene con su entorno, más allá de su objetivo prioritario como generador de riqueza y del cumplimiento de la legislación específica. En definitiva, el objetivo de la RSC es contribuir a una sociedad mejor ya un medio ambiente más limpio.

Desde nuestro nacimiento, en MásQue Iniciativas hemos ayudado a diferentes organizaciones a ser un poco más responsables pero sobre todo a hacer visible su RSC ya difundir las pequeñas y grandes cosas que hacen para serlo con sus grupos de interés: empleados, proveedores, clientes, consumidores, administración, tercer sector, accionistas, la competencia o la comunidad.

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CUMPLE CON LA RDL 1/2013

Muchos conflictos y malentendidos que surgen entre trabajadores, dirigentes, inversores u otros grupos de interés responden a lo que llamamos la esfera de los valores. Es normal que entre las personas se produzcan divergencias entre modos de ver y vivir las cosas, pero si éstas no se explicitan fácilmente pueden derivar en la ruptura de los lazos de confianza y respeto que nutren una relación constructiva, también la laboral.

Una auditoría ética tiene por objetivo calibrar el estado de salud axiológica (o valores) de un determinado conjunto o punto focal del mismo, con el objetivo de iluminar cuáles son los conflictos subyacentes a su clima de relación. A partir de un contacto directo con la realidad empresarial o laboral (en forma de entrevistas, recopilación de datos, convivencia con los profesionales, etc.), nuestro compromiso se centra en ser eficientes en la detección de los problemas o malentendidos relativos a los valores de los implicados. Sólo el correcto dibujo del mapa de valores, presentes en el imaginario colectivo de los implicados se puede afrontar con profundidad y amplitud el reto de transformar un clima poco saludable en un espacio de construcción personal y empresarial.

Donde hay personas, hay normas de convivencia, escritas o tácitas. Sin un mínimo de directrices no podemos convivir, pero su mera existencia no asegura una buena vida en común. El ideario normativo de un colectivo sólo es eficaz si es vivido de manera pertinente, relevante y compartida.

Poner por escrito de forma ordenada y comprensible los valores mínimos que configuran un grupo y las relaciones que se establecen ayuda a cohesionar y fortalecer la salud interna del grupo. Y no sólo en beneficio de los integrantes del mismo, sino que también ayuda a impulsar y consolidar la sostenibilidad de una empresa. Las relaciones saludables son un ingrediente imprescindible para hacer de una empresa un proyecto económico y social con razonables expectativas de estabilizarse y crecer en el tiempo. Un código de buenas prácticas es en este sentido una herramienta que ayuda a clarificar el idioma que todos los grupos de interés de una empresa deben hablar y compartir sin dar pie a malentendidos nocivos. Por eso no es algo adyacente, porque la confianza se construye por medio del diálogo y la mutua comprensión de las afinidades y las diferencias, y poner por escrito el ideario que rige un grupo ayuda a ser consciente.

Muchos sectores profesionales han vivido como propia la necesidad de integrar en sus órganos consultivos un comité de ética. Servicios sociales, asistenciales y sanitarios han recogido así la recomendación que desde los estamentos públicos se hace cuando se trata de constituir un comité de ética plural, diverso y comprometido con la dinámica del centro en el que se instaura.

Poco a poco esta praxis se está extendiendo a más ámbitos profesionales, sobre todo en aquellos donde el contacto personal diario puede dar a pie a multitud de situaciones complejas que requieren de un respuesta multidisciplinar. Sectores como el educativo o el deportivo, son testigo, pero hay más.

Un comité de ética es un órgano consultivo puesto al servicio de una comunidad laboral que tiene por objetivo reflexionar, ponderar y resolver de manera colegiada los diferentes dilemas profesionales y éticos que se van presentando en el día a día de la vida laboral. Las empresas que optan por su implantación se dotan de un órgano que permite diversificar las perspectivas, los puntos de vista (un comité integra profesionales de muchos campos implicados: legales, profesionales, éticos) y las experiencias profesionales. Así se dotan de una dinámica de resolución de conflictos creativa y positiva que, además, diversifica la responsabilidad y su peso emocional en la toma de decisiones complejas.

Muchas empresas destinan formación específica a sus trabajadores, y los hay que se esfuerzan en integrar en su programación el aspecto emocional o coaching. Con todo, no es suficiente, porque la dimensión ética o de valores juega un papel primordial en la vida diaria de las relaciones laborales, y si bien está presente en todas las formaciones que se pueden ofrecer, muy pocas veces recibe atención específica.

Formar u ofrecer herramientas para saber orientarse en la resolución de conflictos de valores (individuales y colectivos) es algo esencial. Y no porque se trate de ofrecer a los diferentes grupos de interés una formación formal y objetiva de carácter teórico que los haga más «doctos». El reto empresarial es hacer de los trabajadores personas competentes que sepan hacer frente a los retos técnicos y profesionales en su conjunto, y esto quiere decir saber afrontar los dilemas personales y de gestión de conflictos en el ámbito de los valores, tan profundamente arraigados en la mayoría de conflictos cotidianos.

Demasiadas veces se escurre el problema asumiendo que los valores remiten a la esfera privada y por tanto individual, por lo que se pospone indefinidamente el conflicto. Y seguramente haya parte de razón en esto, pero de lo que se trata es de saber convivir y llevar creativamente la complejidad de las relaciones profesionales. Por eso debemos exigirnos ser competentes también en la gestión de las relaciones personales que nuestros climas laborales crean. La formación en detección y resolución de conflictos es en este sentido un elemento muy importante para hacer de los trabajadores y dirigentes de una empresa personas más competentes y eficaces en la gestión y consecución de sus objetivos profesionales

Creación de contenidos audiovisuales corporativos en RSC y Sostenibilidad

Muchas empresas han empezado a generar debate en torno a la responsabilidad social y la sostenibilidad. Reflexionar y debatir de forma crítica sobre estos temas de imperiosa actualidad sitúa a una organización como un actor proactivo y corresponsable en este engranaje social y económico. El hecho de organizar una jornada, seminario, ciclo de conferencias respecto un tema acotado y guiado por uno o más expertos del sector supone entrar en la opinión publica. El objetivo de un encuentro como éste facilita que los responsables de las instituciones, empresas y organizaciones que participan puedan compartir buenas prácticas e intercambien sus inquietudes.

  • Diagnóstico y Plan Estratégico de RSC.
  • Programa de gestión de relaciones con los grupos de interés
  • Asesoramiento en certificaciones
  • Plan de comunicación interno y externo de la RSC
  • Diseño de la estrategia de comunicación de RSC integrada en las redes sociales
  • Elaboración de memorias de sostenibilidad, revistas corporativas y publicaciones específicas en RSC

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